Hay veces que estamos
tan centrados en hablar y contar una y otra vez lo que nos pasa, que
se nos olvida estar en silencio, se nos olvida escuchar. Se nos
olvida escuchar a los demás y también a nosotros mismos.
“Algunas veces no
tener palabras es la forma en la que tenemos que estar,
a veces al
estar en silencio muchas de las preguntas que tenemos se resuelven
solas”
Es muy importante que
escuchemos a los demás y que preguntemos, así los invitamos a que
haya una comunicación, y que no se convierta el encuentro en un
monólogo. Escuchemos en una conversación, no hace falta intervenir,
solo escuchar.
“Hemos
nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua:
porque debemos
mirar y escuchar dos veces, antes de hablar”.
"¡Escucha, o
tu propia lengua te volverá sordo!”
Cuando tenemos
problemas de comunicación con los demás es más fácil echarle la
culpa a la otra persona, y esa actitud realmente no te ayuda a
que la comunicación sea mejor, en una conversación hay que hablar,
pero sobre todo hay que escuchar. No somos los dueños de la verdad,
escuchemos, utilicemos la empatía. Entender la manera de
expresarse que tiene la otra persona, quizás no es como la tuya,
pero es su manera de comunicarse. Y entender la manera en la que se
expresa te da la oportunidad de entender a esa persona, de escuchar
lo que te está diciendo.
Cuando
no estamos escuchando:
Ignorando
a la otra persona y así se lo hacemos saber.
La
escucha fingida, hacemos ver que escuchamos, asintiendo con la cabeza
o mirada atenta, sin atender lo que nos están diciendo.
La escucha selectiva,
solo escuchamos lo que nos interesa, hay cosas que no nos gusta
escuchar.
Es
importante saber desde donde escuchamos, no siempre escuchamos desde
el mismo punto, y es importante saber desde que punto estamos
escuchando par ver de qué manera te estás implicando en la
conversación y reconocerlo te dará la oportunidad de cambiarlo.
Y tomar responsabilidad
de la conversación y más aún si crees que no has llegado a un
entendimiento.
¿Qué has puesto tú para que ese entendimiento esté?
¿Desde dónde estabas escuchando?
Hay veces que sin
darnos cuenta escuchamos más con la intención de replicar que la de
entender lo que nos estás explicando. Y si estas esperando un hueco
para hablar, si estás esperando a que la otra persona deje de hablar
por unos momentos para intervenir tú, no estas escuchando, solo
estas pendientes de en que momento puedes hablar, estás ahí, pero
no estás escuchando.
Si mostramos interés
en la conversación de la persona que nos está hablando, se elevará
su autoestima, y será más positivo para la comunicación y estamos
aportando para que la otra persona te trate de la misma manera y
consideración para cuando hables tú. Si sabes escuchar, aprenderás
de forma indirecta, te puedes beneficiar de los mensajes de los
demás. De todas las personas aprendemos.
También tendemos a ser
selectivos, es decir, escuchamos las opiniones que coinciden con las
nuestras, además de que entendemos lo que nos dicen según el modo
que nos conviene.
Te propongo
esta práctica para escuchar y a ver que pasa:
Aparta
tu vida personal y céntrate en la otra persona. Deja
que hable lo suficiente para que sepas realmente lo que quiere
decirte y lo que le ocurre.
Escucha
también con los ojos, su cara, su postura corporal. Dice mucho del
estado en el que se encuentra.
Observa
el tono de voz, se pueden descubrir sentimientos detrás de las
palabras.
Tu postura corporal, es
importante.
Más
cosas:
- Lo que a te
molesta cuando quieres que te escuchen. Si te molesta no lo hagas tú.
- Estás contando algo y
la “bromita” puede que la intención sea la de relajar la
conversación. Las “buenas intenciones” consiguen lo contrario:
cortan la comunicación. En esos momentos nos invade un profundo
malestar.
- Cuando
casi nunca puedes contar algo hasta el final Cuentes lo que
cuentes, da la casualidad de que a la otra personal le ha pasado lo
mismo pero multiplicado por diez
Te interrumpe, “eso
no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí... “
- También saca de
quicio, por ejemplo, cuando empiezas a contar algo y te cortan con la
frase ¡...pues como a todo el mundo! ¿Cómo saben lo que a nosotros
nos pasa si no nos han dejado acabar? ¿Y cómo saben lo que le pasa
a todo el mundo si cada individuo es diferente?
Escuchar nos permite
enriquecer y hacer más profundas nuestras relaciones...
Las
investigaciones han demostrado que los padres que escuchan a sus
hijos, favorecen a que sean más comunicativos y no sean tan cerrados
tanto de niños, como de mayores. Por otra parte, los niños
que normalmente no son escuchados tienden a cerrarse en si mismos a
inventar su propio mundo con amigos invisibles a quienes confían sus
secretos...
No es una necesidad que
tenemos, es un regalo que ofrecemos.
Practíca escuchar esta semana...
¡verás como cambia tu manera de relacionarte con los
demás!.
“Escuchar
te hace grande, te hace parte de todo lo que hay”.