martes, 10 de septiembre de 2013

Aprender a Escuchar

Hay veces que estamos tan centrados en hablar y contar una y otra vez lo que nos pasa, que se nos olvida estar en silencio, se nos olvida escuchar. Se nos olvida escuchar a los demás y también a  nosotros mismos.
 
“Algunas veces no tener palabras es la forma en la que tenemos que estar, 
a veces al estar en silencio muchas de las preguntas que tenemos se resuelven solas”
Es muy importante que escuchemos a los demás y que preguntemos, así los invitamos a que haya una comunicación, y que no se convierta el encuentro en un monólogo. Escuchemos en una conversación, no hace falta intervenir, solo escuchar.

“Hemos nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua:
porque debemos mirar y escuchar dos veces, antes de hablar”. 
 
                            "¡Escucha, o tu propia lengua te volverá sordo!”
Cuando tenemos problemas de comunicación con los demás es más fácil echarle la culpa a la otra persona,  y esa actitud realmente no te ayuda a que la comunicación sea mejor, en una conversación hay que hablar, pero sobre todo hay que escuchar. No somos los dueños de la verdad, escuchemos, utilicemos la empatía. Entender la manera de expresarse que tiene la otra persona, quizás no es como la tuya,  pero es su manera de comunicarse. Y entender la manera en la que se expresa te da la oportunidad de entender a esa persona, de escuchar lo que te está diciendo.

Cuando no estamos escuchando:

Ignorando a la otra persona y así se lo hacemos saber. 

La escucha fingida, hacemos ver que escuchamos, asintiendo con la cabeza o mirada atenta, sin atender lo que nos están diciendo.

La escucha selectiva, solo escuchamos lo que nos interesa, hay cosas que no nos gusta escuchar.

Es importante saber desde donde escuchamos, no siempre escuchamos desde el mismo punto, y es importante saber desde que punto estamos escuchando par ver de qué manera te estás implicando en la conversación y reconocerlo te dará la oportunidad de cambiarlo.
Y tomar responsabilidad de la conversación y más aún si crees que no has llegado a un entendimiento. 

¿Qué has puesto tú para que ese entendimiento esté? 
¿Desde dónde estabas escuchando?

Hay veces que sin darnos cuenta escuchamos más con la intención de replicar que la de entender lo que nos estás explicando. Y si estas esperando un hueco para hablar, si estás esperando a que la otra persona deje de hablar por unos momentos para intervenir tú, no estas escuchando, solo estas pendientes de en que momento puedes hablar, estás ahí, pero no estás escuchando.

Si mostramos interés en la conversación de la persona que nos está hablando, se elevará su autoestima, y será más positivo para la comunicación y estamos aportando para que la otra persona te trate de la misma manera y consideración para cuando hables tú. Si sabes escuchar, aprenderás de forma indirecta, te puedes beneficiar de los mensajes de los demás. De todas las personas aprendemos.

También tendemos a ser selectivos, es decir, escuchamos las opiniones que coinciden con las nuestras, además de que entendemos lo que nos dicen según el modo que nos conviene.

Te propongo esta práctica para escuchar y a ver que pasa:

Aparta tu vida personal y céntrate en la otra persona. Deja que hable lo suficiente para que sepas realmente lo que quiere decirte y lo que le ocurre.

Escucha también con los ojos, su cara, su postura corporal. Dice mucho del estado en el que se encuentra. 

Observa el tono de voz, se pueden descubrir sentimientos detrás de las palabras. 

Tu postura corporal, es importante.

Más cosas: 
- Lo que a te molesta cuando quieres que te escuchen. Si te molesta no lo hagas tú.

- Estás contando algo y la “bromita” puede que la intención sea la de relajar la conversación. Las “buenas intenciones” consiguen lo contrario: cortan la comunicación. En esos momentos nos invade un profundo malestar. 

- Cuando casi nunca puedes contar algo hasta el final Cuentes lo que cuentes, da la casualidad de que a la otra personal le ha pasado lo mismo pero multiplicado por diez
Te interrumpe, “eso no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí... “

- También saca de quicio, por ejemplo, cuando empiezas a contar algo y te cortan con la frase ¡...pues como a todo el mundo! ¿Cómo saben lo que a nosotros nos pasa si no nos han dejado acabar? ¿Y cómo saben lo que le pasa a todo el mundo si cada individuo es diferente?

Escuchar nos permite enriquecer y hacer más profundas nuestras relaciones...
Las investigaciones han demostrado que los padres que escuchan a sus hijos, favorecen a que sean más comunicativos y no sean tan cerrados tanto de niños,  como de mayores. Por otra parte, los niños que normalmente no son escuchados tienden a cerrarse en si mismos a inventar su propio mundo con amigos invisibles a quienes confían sus secretos...
No es una necesidad que tenemos, es un regalo que ofrecemos.

Practíca escuchar esta semana...
¡verás como cambia tu manera de relacionarte con los demás!.

“Escuchar te hace grande, te hace parte de todo lo que hay”.

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