Una situación de amenaza, real o imaginaria, persistente en el tiempo, producirá una situación de ansiedad, que tiene muchas connotaciones relacionadas con la falta de respuesta adecuada y que produce efectos desestabilizadores a nivel emocional, terminando por manifiestarse también a nivel físico.
Si
bien un cierto nivel de ansiedad es algo necesario, ya que te hace
estar más alerta para reaccionar rápida y adecuadamente ante
las situaciones de la vida, esto deja de ser positivo cuando hay un
exceso...
Síntomas
asociados a este estado serían la sensación de fragilidad,
inquietud, vulnerabilidad, desprotección, estrés emocional,
angustia, sensación de opresión en la región torácica o
abdominal, temor indefinido, preocupación desbordante con miedo a
perder el control, taquicardia, sensación de ahogo, temblores en las
extremidades, rigidez muscular, insomnio, dificultades para la
comunicación, pensamientos negativos y obsesivos, etc.
Muchas
veces la sensibilidad se acrecienta, sentimos muy claramente todo lo
que sucede a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos, somos en
definitiva más conscientes. Pero puede ocurrir que dicha percepción
esté distorsionada produciéndonos un sufrimiento extremo sin causa
objetiva exterior que lo justifique.
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