lunes, 24 de junio de 2013

La Aguja perdida

Una gran mística sufí, Adawia. Una noche, la gente la encontró sentada en la carretera buscando algo. Era una mujer mayor  y los vecinos vinieron a ayudarla.

Le preguntaron: —¿Qué buscas? ¿cómo podemos ayudarte?Adawia dijo — estoy buscando mi aguja, he perdido mi aguja.

Ellos empezaron a ayudarla, pero enseguida se dieron cuenta de que el camino era inmensamente ancho y la aguja era una cosa muy pequeña. Por tanto, preguntaron a Adawia :

Por favor, dinos dónde la has perdido, el lugar exacto y preciso. Si no es muy difícil. El camino es muy grande y podríamos estar buscando eternamente.¿Dónde la perdiste?

¿ y qué tiene eso que ver con mi búsqueda?

Se detuvieron y dijeron: —¡Ahora estamos seguros de que te has vuelto loca!

De acuerdo —dijo Adawia  os diré que la he perdido en mi casa.

¿Entonces por qué estás buscándola aquí? —le preguntaron. Y se comenta que Adawia contestó: —Porque aquí hay luz y adentro no. El sol se estaba ocultando y aún quedaba algo de luz en el camino.

Esto es muy significativo. ¿Te has preguntado alguna vez qué estás buscando?

Si tratas de definirlo, cuanto más definido esté, menos sentirás la necesidad de buscarlo. Cuando las cosas no están claras simplemente sigues buscando.Y a menos que sepas lo que estás buscando, ¿cómo vas a encontrarlo?

Piensas que está en el dinero, en el poder, en el prestigio, en la respetabilidad. Pero después ves personas respetables, personas poderosas, que también están buscando.

La primera cosa para el buscador es estar alerta, consciente,  definir la búsqueda; formular un concepto claro de ella, de lo que es.

Inmediatamente empieza a ocurrir una transformación. Si empiezas a definir tu búsqueda, empiezas a perder interés en ella. Cuanto más la defines, menos hay allí. Una vez que sabes claramente de qué se trata, de repente desaparece.

Sí, Adawia tiene razón. Dentro no hay luz. Y como dentro no hay luz ni conciencia, por supuesto que sigues buscando fuera; porque fuera parece haber más claridad. Nuestros sentidos son completamente extravertidos. Los ojos se abren hacia fuera, las manos se mueven, se extienden hacia fuera, las piernas se mueven hacia fuera, los oídos escuchan los ruidos externos, los sonidos. Empiezas a buscar donde ves, sientes, tocas.  Y el buscador está dentro. Cuando empiezas a moverte hacia dentro todos los valores cambian de repente.

Al principio está muy oscuro; Adawia tiene razón. Es muy, muy oscuro porque  tus ojos han estado orientados hacia el mundo exterior. ¿Lo has observado? A veces, cuando entras en casa desde el exterior que está muy soleado, la luz es muy brillante... cuando de repente entras, la casa está muy oscura, porque los ojos están enfocados en la luz externa. Cuando hay mucha luz, las pupilas se encojen. En la oscuridad, los ojos se tienen que relajar. Pero si quedas sentado un rato, poco a poco la oscuridad desaparece. Hay más luz; tus ojos se van adaptando.

Estar contigo, conocerte es un reajuste de tu visión, de tus ojos. Y si sigues mirando dentro, gradualmente, lentamente, empiezas a sentir que dentro hay una luz preciosa.

Poco a poco, cuando hayas ajustado la luz interior, verás que eres la misma fuente. El buscador es lo buscado. Entonces verás que el tesoro está dentro y que el único problema era que estabas buscándolo fuera. Estabas buscándolo en algún lugar externo y siempre ha estado dentro de ti.

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