Mi
actuación va ligada a cómo me siento conmigo misma: mi felicidad,
mi autoestima, mi paz interior… ¿no es eso lo que estamos
buscando? Entonces, cómo es mi proceder como persona.
Debería
ser innato en todo ser humano el sentido de integridad que lleva
implícito la correción en el actuar; el deber y respeto hacia uno
mismo, hacia los demás y hacia el entorno. Pero claro, tener
ese alto
nivel de humanidad significa
que no se ha perdido la conexión con el espíritu que nos da la vida
y nos hace eternos.
Actuar
con dignidad requiere fortaleza de carácter, mente clara, comunión
con mi Ser y estar centrados en el corazón. Porque mi dignidad e
integridad son las que marcan mi actuar; no tengo dudas de lo que es
correcto e incorrecto y ningún interés por debajo de mi honestidad
y sinceridad hará que me olvide del deber que tengo para conmigo
mismo.
Mi
Ser sabe lo que es correcto e incorrecto. Sabe cuáles son mis
responsabilidades y deberes. Si mi yo-personaje
ha ido tomando poder y mando, alejándose de su Ser
esencial, es cuando en mí entra el conflicto, la confusión y un
sentimiento de infelicidad me va envolviendo.
Si
no existe conciencia de mí mismo, tengo que hacer un camino
hacia la reconexión.
La cuestión está en no demorar más esa introspección para
hallar a nuestro ser.
¿Cuáles
son los deberes que tengo conmigo mismo? Cuidar de mi salud física,
de mi bienestar, crear paz interior, ser feliz, amar y ser amado. Son
mis deberes y son mis derechos también. No me lo puedo negar.
¿Cuáles
son mis deberes hacia los demás? El respeto y dedicación a las
personas más cercanas y también a todos los demás seres vivos, a
la sociedad, al planeta, la Madre Tierra…
Midamos
nuestro nivel de humanidad. Reconectemos con nuestra esencia.
Cumplamos con nuestros deberes para que nos sintamos en paz con
nosotros mismos.
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