¿Dónde
buscas?... Una
antigua historia.
Se
cuenta que una noche en un poblado los vecinos encontraron a una
anciana buscando algo por el camino del pueblo, era una mujer mayor y
al verla los vecinos se acercaron para ayudarla.
-¿Qué
estás buscando? ¿Cómo podemos ayudarte? Le preguntaron a la
anciana
La
anciana les contestó:
- Estoy buscando mi aguja… la he perdido.
Los
vecinos empezaron a buscar también, pero observaron que el camino
era muy grande y una aguja es algo muy pequeño para poder
encontrarla, aunque todo el pueblo se uniera a la búsqueda era algo
casi imposible, así que se acercaron a la anciana para que les
contara dónde la había perdido y así tener más posibilidades de
encontrarla.
La anciana, de repente, preguntó: ¿Y qué tiene que ver dónde he perdido mi
aguja?
Los vecinos se miraron sorprendidos, no entendían lo que la
anciana les decía eso. ¡Se ha vuelto loca! pensaron.
- Si no nos dices dónde la has
perdido, no te podemos ayudar...
- Bueno…
la he perdido en mi casa
- ¿Y por qué la estás buscando aquí
fuera? Le preguntaron.
- Porque aquí hay
luz y dentro no.
Esta
historia es para que empieces a abrirte a posibilidades,
abrirte a encontrar lo que buscas de otra manera. Buscas fuera porque
es lo que conoces, en personas, en circunstancias y te sientes más
cómodo. Buscar dentro resulta más incómodo, pero es sólo porque
hace mucho tiempo que no estás contigo mismo, que no disfrutas de tu
propia compañía y te has convertido en un extraño para ti.
Es como
subirte en un ascensor con una persona que no conoces, te sientes
incómodo, nervioso, no sabes donde mirar, que decir. Pero si
vas coincidiendo más a menudo con esa persona en el ascensor, poco a
poco esa incomodidad desaparece, empezarás a mirarle, a hablarle, a
escucharle. Igual pasa con nosotros, a medida que vamos pasando más
tiempo con nosotros mismos nos vamos sintiendo más a gusto, más
cómodos.
Fuera
es lo que conoces, lo que ves, lo que sientes, lo que tocas. Pero
cuando empiezas a mirar dentro de ti, es cuando realmente todo
empieza a cambiar. Puede que dentro de ti al principio
esté oscuro, como en la casa de la anciana, pero es igual que
cuando entramos en una habitación o en un espacio cerrado desde
fuera y está muy soleado, todo está muy oscuro, pero poco a
poco tus ojos se van relajando, la oscuridad empieza a desaparecer,
tus ojos se adaptan.
Cuando
vas pasando cada vez más tiempo contigo mismo, tus ojos se van
relajando y vas aumentando tu visión y cada día ves un poco más,
cada día ves mejor. Empieza
a pasar cada día 5 minutos contigo mismo, en silencio, respirando
profundamente, con los ojos cerrados, disfrutando de estar más
relajado, simplemente observando como entra la respiración y como
sale.
Muchas
de las respuestas a nuestras preguntas se contestan solas, cuando
estamos en silencio, pasa 5 minutos contigo para escucharte y podrás comprobarlo por tí mismo.